La evolución de las artes no tan ocultas en el siglo XXI
Las videntes, las tarotistas, los horóscopos, la interpretación de los sueños... Todo esto forma parte de un mundo que lleva conviviendo con nosotros desde hace incontables siglos. El esoterismo siempre ha estado presente entre las diferentes civilizaciones, como algo oculto, con una sombra que se extiende mucho más allá de lo que muchos creen tanto en el tiempo como en creyentes.
Pero lo cierto es que el esoterismo y sus raíces siguen presentes, con un ámbito de aplicación algo más centrado en asuntos tales como la salud, la economía o hasta terrenos personales como es el amor. La intriga del ocultismo, de las artes como la alquimia o hasta la magia han quedado muy lejos, o al menos no con tanta fuerza como antaño.
Al hombre y a la mujer del siglo XXI le preocupan otros menesteres. No creen tanto en la presencia de seres del más allá, no buscan que se obre un milagro, como tampoco curarse de una maldición. El futuro es aquello que les preocupa, hasta el punto de llegar a convertirse en una obsesión. Y es esta inquietud la que ha servido como cimiento para asentar a estas artes, capaces de extraer información donde otros no podrían ni imaginar.
Desgraciadamente, cabe señalar que hay mucho amante de la verborrea, charlatanes que solo quieren enriquecerse a costa de la desgracia ajena, de los incautos que caen en su palabrería. Algunos tratan incluso de hacer las cosas por cuenta propia, alejándose de terceras personas, gracias a portales digitales, pero otros buscan a auténticos expertos que puedan ayudarles con todo eso que les atormenta o les perturba.
Debido a esos aprovechados de los que acabamos de hablar, el mundo de la videncia y el tarot se han visto gravemente perjudicados. Su trabajo, algo que lleva siglos acompañándonos y probando una eficacia inusitada para muchos, es algo que ha estado puliéndose y sorprendiendo a partes iguales durante muchos años, pero que actualmente tiene la triste etiqueta de engaño colgada.
Afortunadamente, cada vez son más las profesionales que muestran al mundo su labor y demuestran que hay mucho más que líneas telefónicas por televisión e intentos de videntes con ganas de hacer dinero. Estas sí saben cómo debe tratarse a un cliente, como demostrar confianza y asegurarse una reputación adecuada para hacer honor a una profesión antiquísima.
Encontrarlas no es tarea fácil, pero tampoco es algo imposible. Normalmente, para toparse con ellas, hay que seguir lo que podríamos llamar un "rastro de migas positivas", críticas cargadas de alabanzas por clientes previos que han acudido a su consulta y han quedado abrumados por su capacidad, galardones obtenidos por ejercer su trabajo a la perfección y, sobre todo, nada de imágenes ominosas ni eternas verborreas. Debes descartar automáticamente a las personas que llenan sus discursos de palabras vacías y que no hacen por conectar contigo; quédate con quienes sí lo hagan, quienes demuestren e infundan confianza.
Estas son las personas que sí valen la pena por su labor dentro del esoterismo, las que son capaces de lanzarte verdades por mucho que te duelan y aconsejarte como es debido, no las que imponen una sentencia como si fuera algo inamovible. Como decíamos antes, lejos ha quedado la imagen que había en el pasado de este mundillo, de las brujas y hasta demonios. En realidad, todo esto es la consecuencia de la normalización del esoterismo. Es tan común que hasta nos topamos con él día a día sin darnos cuenta, en detalles tan insignificantes como ese horóscopo que hay en tu periódico favorito.
Las artes ocultas ya no lo son tanto, quizá sus procedimientos y sus capacidades sí, pero su presencia es algo que siempre está ahí, y a veces incluso nos invade en la vida diaria (pon una cadena de televisión por la noche y lo comprobarás). Se han masificado por todos los medios, incluso por internet puedes encontrar a alguna experta, y esto no hace más que ayudar. Ayuda a reforzar su imagen de personal capaz y con un don difícil de ver en la mayoría de población. Ayuda a que eliminemos prejuicios sobre estafas y timos y ayuda a que dejemos atrás los tiempos de cazas de brujas y demás sandeces.
No deberíamos hablar de ellas como artes ocultas, porque es evidente que están ahí, siempre a la vista. Sea como sea, su presencia y extensión son innegables, hasta el punto de que son algo totalmente habitual y casi parte de nuestra rutina diaria. En definitiva, han evolucionado, se han adaptado a las necesidades actuales y han dejado atrás todo aquello que las convertía en un tabú.